Canalblog
Suivre ce blog Administration + Créer mon blog

epurotra

30 juin 2008

epurotra

Comer como una lima.

Por tanto, podemos darnos cuenta en qué consiste ponernos un sombrero determinado, que aunque imaginario permite que tengamos una actitud o rol diferente. El título es “Pensamiento Productivo: Seis Sombrero Para Pensar”, por tanto son seis roles o actitudes diferentes, que se presentan en tres dicotomías o contradicciones que mostramos a continuación: Datos y hechos puros. El color blanco denota neutralidad, y de eso se trata. Cuando nos ponemos imaginariamente este sombrero, debemos presentar información que puede ser numérica, cualitativa o hechos verificados o que nos han informado aunque no lo hayamos verificado. ¿Comprendería esto él mismo, el más listo de todos los que han practicado jamás el engaño de sí mismo? ¿Se lo confesaría, por último, en la sabiduría del valor con que enfrentó la muerte?... Sócrates quería morir: no fue Atenas, sino él mismo quien se condenó a beber la cicuta; obligó a Atenas a condenarlo a bebérsela... “Sócrates no es un médico-murmuró para sus adentros-; únicamente la muerte es un médico... Sócrates mismo sólo ha estado enfermo durante largo tiempo...” ¿Me preguntan ustedes cuáles son los distintos rasgos que caracterizan a los filósofos...? Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la misma noción del devenir, su mentalidad egipcíaca. Creen honrar una cosa si la desprenden de sus conexiones históricas, sub specie aeterni; si la dejan hecha una momia. Todo cuanto los filósofos han venido manipulando desde hace milenios eran momias conceptuales; ninguna realidad salía viva de sus manos. Matan y disecan esos idólatras de los conceptos cuanto adoran; constituyen un peligro mortal para todo lo adorado. La muerte, la mudanza y la vejez, no menos que la reproducción y el crecimiento, son para ellos objeciones y aun refutaciones. Lo que es, no deviene; lo que deviene, no es... Pues bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en el Ser. Mas como no lo aprehenden, buscan razones que expliquen por qué les es escamoteado. “El que no percibamos el Ser debe obedecer a una ficción, a un engaño; ¿dónde está el engañador?” “¡Ya hemos dado con él!', exclaman contentos. “¡Es la sensualidad! Los sentidos, que también, por lo demás, son tan inmorales, nos engañan sobre el mundo verdadero. Moraleja: hay que emanciparse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia, de la mentira; la historia no es más que fe en los sentidos, en la mentira. Moraleja: hay que decir no a todo cuanto da crédito a los sentidos, a toda la restante humanidad; todo esto es “vulgo”. ¡Hay que ser filósofo, momia; representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! ¡Y repudiar, sobre todo, el cuerpo, esa deplorable idea fija de los sentidos! ¡Plagado de todas las faltas de la lógica, refutado; más aún: imposible, aunque tenga la osadía de pretender ser una cosa real! ...” Exceptúo con profunda veneración el nombre de Heráclito. En tanto que los demás filósofos rechazaban el testimonio de los sentidos porque éstos mostraban multiplicidad y mudanza, él rechazó su testimonio porque mostraban las cosas dotadas de los atributos de la duración y la unidad. También Heráclito fue injusto con los sentidos. Éstos no mienten, ni como creyeron los eleáticos ni como creyó él; no mienten, sencillamente. Lo que hacemos de su testimonio es obra de la mentira, por ejemplo la de la unidad, la de la objetividad, la de la sustancia, la de la duración... La “razón” es la causa de que falseemos el testimonio de los sentidos. Éstos, en tanto que muestran el nacer y perecer, la mudanza, no mienten... Mas Heráclito siempre tendrá razón con su aserto de que el Ser es una vana ficción. El mundo “aparencial” es el único que existe; el “mundo verdadero”, es pura invención... Esperó que lo presentado previamente motive al lector a tener un pensamiento constructivo de sombrero amarillo evaluando los beneficios que podría conseguir, lo cruce con el pensamiento de sombrero negro y establezca que es lo que puede perder o pueda fallar y cómo evitarlo, aplique el pensamiento de sombrero blanco para sacar el costo- beneficio de su acción y finalmente se ponga el sombrero rojo y sin pensar en nada, establezca el sentimiento que esta lectura le ha producido. Finalmente colóquese el sombrero de color verde y empiece a romper paradigmas y a crear. Esta metodología no es experimental, ha sido probada y ha dado espectaculares resultados. Ha sido desarrollada por el Dr. Edward de Bono que es una autoridad mundial en el Desarrollo de la Capacidad de Pensar. En la parte final se presenta un resumen de su trayectoria. Toda la educación superior en Alemania ha perdido lo principal: el fin y los medios conducentes al logro del mismo. Se ha olvidado que la educación misma, la ilustración, es el fin-y no “el Reich”-; que para tal fin se requieren educadores, y no profesores de enseñanza secundaria y catedráticos de Universidad... Hacen falta educadores que ellos mismos estén educados; espíritus superiores, aristocráticos, probados a cada instante, probados tanto por lo que dicen como por lo que callan, cultivos maduros y sazonados, y no esos patanes eruditos que el colegio y la Universidad ofrecen hoy a la juventud como “ayas superiores”. Faltan los educadores, abstracción hecha de las excepciones; quiere decir, la premisa primordial de la educación; de ahí la decadencia de la cultura alemana. 'Una de esas rarísimas excepciones es mi venerable amigo lakob Burckhardt, de Basilea; a él, más que a nadie, debe Basilea su supremacía en humanidad. El resultado efectivo que logran los “establecimientos superiores de enseñanza” en Alemania es un adiestramiento brutal con miras a hacer con un mínimo de pérdida de tiempo a multitud de jóvenes aprovechables, exportables, para la administración pública. “Educación superior” y “multitud” son desde un principio términos inconciliables. Toda educación superior ha de estar reservada a la excepción; hay que ser un hombre privilegiado para tener derecho a tan alto privilegio. Todas las cosas grandes, todas las cosas hermosas, jamás pueden ser patrimonio de todos pulchrum est paucorum hominum. ¿Qué es lo que determina la decadencia de la cultura alemana? La circunstancia de que la' “educación superior” ha dejado de ser un privilegio; el democratismo de la “ilustración general”, vulgarizada... No ha de olvidarse que los privilegios militares efectivamente imponen la afluencia excesiva a los establecimientos superiores de enseñanza, quiere decir, su ruina. En la Alemania de hoy ya nadie puede procurar a sus hijos una educación refinada, si así lo desea; todos nuestros establecimientos superiores de enseñanza están orientados hacia la más equívoca mediocridad, con sus profesores, programas de enseñanza y fines didácticos. Y en todas partes prevalece una precipitación indecorosa, como si algo estuviese perdido, porque a los veintitrés años el joven no está “listo”, no sabe dar una respuesta a la “cuestión principal”, la de la orientación profesional. Goethe no fue un acontecimiento alemán, sino un acontecimiento europeo: una grandiosa tentativa de superar al siglo XVIII por el retorno a la Naturaleza, por la elevación hacia la naturalidad del Renacimiento, una especie de autosuperación de parte de este siglo. Llevó en sí los instintos más fuertes del mismo la sensibilidad emocionada, la idolatría de la Naturaleza, lo antihistórico, lo idealista, lo antirrealista y revolucionario (lo último no es más que una forma de lo antirrealista). Se valió de la historia, las ciencias naturales, la antigüedad y también de Spinoza, sobre todo de la actividad práctica; se cercó con horizontes cerrados; no se desligó de la vida, sino que se situó dentro de ella; no se arredró y cargó con todo lo que podía, colocó por encima de sí todo lo que podía, absorbió todo lo que podía. Aspiró a la totalidad; combatió la separación de la razón, la sensualidad, el sentimiento y la voluntad (predicada con la más repelente escolástica por Kant, el antípoda de Goethe) ; a fuerza de disciplina hizo de sí un todo; se plasmó a sí mismo... En plena época de corrientes antirrealistas, Goethe fue un realista convencido decía sí a todo lo que en este punto acusaba afinidad con él; su experiencia más grande fue ese ens realissimum de nombre Napoleón. Concibió Goethe a un hombre fuerte, muy culto, diestro en todas las actividades físicas, dueño de sí mismo, reverente ante sí mismo, que tiene derecho a permitirse todo el volumen y riqueza de la naturalidad; que es lo suficientemente fuerte para disfrutar de libertad semejante; al hombre de la tolerancia, no por debilidad, sino por fuerza, porque sabe sacar provecho aun de aquello que significaría la ruina del hombre común; al hombre para el que ya no hay nada prohibido, como no sea la debilidad, se llame vicio o virtud... Tal espíritu libertado se sitúa dentro de los cosmos con un fatalismo sereno y confiado, poseído por la idea de que sólo lo particular es ruin y malo y que en el Todo se redimen y Afirman todas las cosas; ya no niega... Mas tal fe es la más elevada) que pueda concebirse; la he bautizado con el nombre de Dionisos. Pudiera decirse que en cierto sentido el siglo XIX también ha aspirado a todo aquello a que aspiró Goethe como persona: a la universalidad en la comprensión, en la afirmación; al estar abierto a todas las cosas; a un realismo audaz, y al respeto reverente por todo lo existente. ¿Cómo el resultado total no es, a pesar de ello, un Goethe, sino el caos, la lamentación nihilista, un desconcierto extremo, un instinto del cansancio que en la práctica impulsa constantemente a retornar al siglo XVIII (por ejemplo, como romanticismo sensiblero, como altruismo e hipersentimentalismo, como afeminación en el gusto, como socialismo en la política). ¿No es el siglo xix, sobre todo en sus postrimerías, mero siglo xviii robustecido, vulgarizado; esto es, un siglo de décadence? ¿De modo que Goethe sería para Alemania y para Europa apenas un incidente, un hermoso en vano? Pero a los grandes hombres se los entiende mal si se los enfoca bajo el ángulo mezquino de la utilidad pública. Que no se sepa sacar provecho de ellos acaso sea propiedad esencial de la grandeza... Goethe es el último alemán que me inspira veneración; él hubiera sentido tres cosas que yo siento; también estamos de acuerdo sobre la “Cruz”... Se me pregunta por qué escribo en alemán, toda vez que en ninguna parte me leen tan mal como en mi patria. Pero ¿quién sabe, en definitiva, si yo deseo ser leído hoy día? Crear cosas en las que el tiempo trate de hincar el diente; aspirar en la forma, en la sustancia, a una pequeña inmortalidad, nunca he sido bastante modesto para exigirme menos. El aforismo y la senten-cia (yo soy el primer alemán que es maestro en este dominio) son las formas de la “eternidad”; ambiciono decir en diez frases lo que otro cualquiera dice en un libro, lo que otro cualquiera no dice en un libro... Para terminar, quiero decir algunas palabras sobre ese mundo al que he buscado accesos y al que he encontrado tal vez un acceso nuevo: el mundo antiguo. También aquí mi gusto, que es acaso lo contrario de un gusto transigente, está lejos de decir sí abiertamente; en un plan general, no le agrada decir sí, le agrada más decir no, de preferencia no dice nada... Reza esto para culturas enteras, para los libros antiguos que cuentan en mi vida y los más famosos no figuran entre ellos. Mi sentido del estilo, del epigrama como estilo, se despertó casi instantáneamente al contacto con Salustio. No he olvidado el estupor de mi venerado maestro Corssen al tener que dar al peor alumno de su clase de latín la mejor nota; llegué de golpe a la meta. Prieto, severo, con la máxima cantidad de sustancia en el fondo y una fría malicia hacia la “palabra sonora”, también hacia el “sentimiento sublime”; en esto me adiviné a mí mismo. Se reconocerá en mis escritos, hasta en el Zaratustra, una ambición muy seria de estilo romano, del “aereperennius” en el estilo. Lo mismo me pasó al primer contacto con Horacio. Hasta el día presente ningún poeta me ha deparado ese arrobo artístico que me brindaron las odas horacianas. Lenguas hay en que no puede ni siquiera aspirarse a lo que aquí está alcanzado. Este mosaico de palabras, donde cada palabra, como sonido, lugar y concepto, se desborda irradiando hacia la derecha y la izquierda y por sobre el todo su fuerza; este minimum en volumen y número de los signos; este maximum en energía de los signos así logrado-todo esto es romano y, si se quiere darme crédito, aristocrática por excelencia. Frente a esto, toda la demás poesía aparece como algo demasiado popular-como mera locuacidad lírica...

Flechazo.

Una vez que se ha logrado distinguir la voluntad del albedrío, considerando a este último como una especie o manera de manifestación de aquella, no habrá dificultad alguna en ver también a la voluntad en los actos inconscientes. El que todos los movimientos de nuestro cuerpo, hasta los meramente vegetativos y orgánicos, broten de la voluntad, no quiere decir en manera alguna que sean arbitrarios, pues esto equivaldría a decir que son motivos lo que los ocasionan. Pero los motivos son representaciones, cuyo asiento es el cerebro, y sólo las partes que reciben de éste nervios pueden ser por él movidas por motivos, y sólo a este movimiento llamamos arbitrario. Los de la economía interna del organismo, por el contrario, guíanse por excitantes, como los de las plantas, sin más diferencia que la de que la complicación del organismo animal, así como hizo necesario un sensorio exterior para la comprensión del mundo externo y la reacción de la voluntad sobre él, así también ha hecho necesario un cerebrum abdominale, el sistema nervioso simpático, para dirigir la reacción de la voluntad a los excitantes internos. Cabe compararlos, el primero al ministerio de Estado, y al de Gobernación el segundo, quedando la voluntad como el monarca, en todo presente. Scorts Madrid Si se está en la necesidad de hacer de la razón un tirano, como ocurrió en el caso de Sócrates, existe, por supuesto, un grave peligro de que otra cosa quiera ser tirana. En aquel entonces se adivinaba la racionalidad como salvadora; ni Sócrates ni sus “enfermos” estaban en libertad de ser o no racionales; la racionalidad era para ellos su último recurso. El fanatismo con que a la sazón todo el pensamiento griego se abalanzaba sobre ella revelaba un apremio; se estaba en peligro, colo­cado ante la alternativa de sucumbir o ser absurda­mente racional... El moralismo de los filósofos griegos a partir de Platón está patológicamente determinado, lo mismo que su culto de la dialéctica. Razón igual a virtud igual a felicidad quiere decir simplemente hay que imitar el ejemplo de Sócrates y establecer fren­te a los apetitos tenebrosos una claridad permanente la claridad de la razón. Hay que ser cuerdo, claro, lú­cido a toda costa; toda transigencia con los instintos, con lo inconsciente, hunde... BCN Según el supuesto de que aquí partimos, la producción anual de oro de 500 libras esterlinas sólo alcanza exactamente para reponer el dinero desgastado anualmente. Sí nos fijamos, por tanto, solamente en estas 500 libras esterlinas y prescindimos de la parte de la masa de mercancías producida anualmente y que circula por medio del dinero anteriormente acumulado, vernos que la plusvalía producida en forma de mercancías se encuentra en la circulación con el dinero necesario para realizarse en moneda precisamente porque de otra parte se produce en el año la plusvalía necesaria en forma de oro. Y lo mismo puede decirse de las otras partes del producto oro de 500 libras esterlinas que reponen el capital–dinero desembolsado. www.girlsbcn.com.es Por tanto, en el ejemplo que ponemos en el apartado 3, al final del año revierte a manos del capitalista, según el supuesto de que se parte: a) una suma de valor de 20,000 libras esterlinas, que aquél vuelve a invertir en los elementos circulantes del capital, y b) una suma de 8,000 libras esterlinas, desprendida del valor del capital fijo desembolsado por el desgaste; además, sigue existiendo en el proceso de producción el mismo capital fijo que antes, pero con un valor disminuido de 72,000 libras esterlinas, en vez de 80,000. El proceso de producción tendrá que mantenerse por consiguiente, nueve años más para que el capital fijo desembolsado se agote y deje de funcionar tanto como creador de producto como en cuanto creador de valor, teniendo que ser repuesto. El valor–capital desembolsado tiene que describir, por tanto, un ciclo de rotaciones, en el caso de que tratamos, por ejemplo, un ciclo de diez rotaciones anuales, ciclo éste que se halla determinado por el tiempo de vida y, consiguiente­mente, por el tiempo de reproducción o de rotación del capital fijo empleado. Barcelona prostitutas no hace más que preparar la primera transformación del capital–dinero en capital productivo; en la forma II, la reversión a capital productivo del capital–mercancías; por tanto, siempre que la base de inversión del capital industrial siga siendo la misma, la reversión del capital en mercancías a los mismos elementos de producción que lo engendraron. Aquí aparece, por tanto, al igual que en la forma I, como fase preparatoria del proceso de producción, sólo que como retorno a éste, como renovación de él, y, por consiguiente, como precursor del proceso de reproducción y también, por tanto, de la repetición del proceso de valorización. Masajes Madrid Las categorías segunda y cuarta contienen exclusivamente pro­ductos expulsados como tales del proceso de producción y lanzados a la venta; en una palabra, productos que funcionan a partir de ahora como mercancías o bien como capital–mercancías; que poseen. por tanto, una forma y ocupan un lugar en el proceso en que no pueden ser elementos del capital productivo, cualquiera que sea su destino final, es decir, lo mismo sí su finalidad (su valor de uso) es la de servir al consumo individual que si es la de destinarse al consumo productivo. En la categoría segunda trátase de medios de subsistencia, en la cuarta de todos los demás productos terminados, los cuales a su vez sólo pueden hallarse formados por medios terminados de trabajo o por medios terminados de disfrute (distintos de los medios de subsistencia que figuran en la categoría segunda). valencia Chicas II. El valor total de la parte del producto anual consistente en medios de producción se distribuye como sigue: una parte de valor es simplemente el valor de los medios de producción absorbidos para elaborar estos medios de producción y, por tanto, valor–capital que reaparece sencillamente bajo una forma distinta; una segunda parte equivale al valor del capital invertido en fuerza de trabajo o lo que es lo mismo, a la suma de los salarios abonados por los capitalistas de esta esfera de producción. La tercera parte de valor, finalmente, constituye la fuente de la ganancia (incluyendo las rentas del suelo), de los capitalistas industriales de esta categoría. Barcelona Scorts Esto ocurre también –tanto en lo que se refiere al desembolso en forma de reserva productiva como al que se hace en forma de reserva–dinero– cuando la división del capital, impuesta por el tiempo de circulación, en dos partes: el capital destinado al primer período de trabajo y el capital suplementario para el período de circulación, no se consigue aumentando el capital desembolsado, sino reduciendo la escala de la producción. En proporción a la escala de la producción, más bien aumenta, en estos casos, el incremento del capital plasmado en forma de dinero. Putas en Huesca Error del libre albedrío.-Hoy día ya no tenemos contemplaciones con el concepto “libre albedrío”; sa­bemos demasiado bien lo que es: el más cuestionable truco de los teólogos con miras a hacer a la huma­nidad “responsable” en su criterio, o lo que es lo mis­mo, con el propósito de dominarla... Acompañantes Tenerife En el caso A, esta parte del capital –en todo o en gran parte– no se desembolsa al empezar la producción. No necesita hallarse disponible ni existir. Surge de la misma marcha de la industria, por la transformación misma de la plusvalía en capital, es decir, por una aplicación directa como capital. Una parte de la plusvalía que periódicamente se va produciendo y además realizando dentro del año puede cubrir los gastos necesarios para reparaciones, etc. De este modo, la propia industria produce sobre la marcha, mediante la capitalización de una parte de la plusvalía, parte del capital necesario para mantenerla en su escala primitiva. Este fenómeno no puede darse en el capital B. Aquí, la parte del capital en cuestión tiene necesariamente que integrar el capital primitivamente desembolsado. Esta parte del capital figurará en los libros del capitalista, en ambos casos, como capital desembolsado, como en efecto lo es, ya que, según la hipótesis de que partimos, constituye una parte del capital productivo necesario para mantener la industria en una escala determinada. Pero existe una diferencia muy grande según el fondo de que se desembolse ese capital. En el caso B, es realmente parte del capital que ha de desembolsarse o mantenerse disponible primitivamente. Por el contrario, en el caso A es, como capital, una parte aplicada de la plusvalía. Este último caso nos indica cómo no sólo el capital acumulado, sino también una parte del capital primitivamente desembolsado, puede consistir en simple plusvalía capitalizada. puta barcelona El ciclo del capital en dinero es, por consiguiente, la forma más unilateral y, por tanto, la más palmaría y la más característica en la que se manifiesta el ciclo del capital industrial, cuya finalidad y cuyo motivo propulsor: la valorización del valor, el hacer dinero y la acumulación, saltan aquí a la vista (comprar para vender más caro). El hecho de que la primera fase sea D–M hace que resalte también el mercado de mercancías como origen de los elementos del capital productivo y, en general, la circulación, el comercio, como los factores que condicionan el proceso capitalista de producción. El ciclo del capital en dinero no es solamente producción de mercancías; este ciclo sólo brota por medio de la circulación, presupone la circulación. Así lo indica ya el que la forma D, propia de la circulación, aparezca como la primera forma. y como la forma del valor del capital desembolsado, cosa que no ocurre en las otras dos formas del ciclo. lluvia dorada barcelona Dentro de la esfera de circulación, el capital recorre n un sentido o en otro las dos fases contrapuestas M – D y D – M. Su tiempo de circulación se divide, por tanto, en dos partes; el tiempo que necesita para convertirse de mercancía en dinero. y el tiempo necesario para convertirse de dinero en mercancía. Sabemos ya por el análisis de la circulación simple de mercancías (libros, cap. III [pp. 71 ss.] que la fase M – D, la de la venta, representa la parte más difícil de su metamorfosis y por tanto, en condiciones normales, la mayor parte del tiempo de circulación. Cuando reviste la forma de dinero, el valor puede invertirse en cualquier momento. En cambio, como mercancía, necesita convertirse previamente en dinero para ser directamente cambiable y estar en condiciones de actuar a cada instante. Sin embargo, el proceso circulatorio del capital en su fase D – M supone precisamente su transformación en mercancías que representen determinados elementos del capital productivo en la base dada de inversión. Puede ocurrir que los medios de producción no se encuentren en el mercado, sino que deban ser producidos previamente, que haya que ir a buscarlos a mercados lejanos, que se presenten lagunas en su abastecimiento normal, cambios de precios, etc.; en una palabra, todo un cúmulo de circunstancias que no se traslucen en la simple fórmula D – M, pero que absorben unas veces más y otras menos tiempo, en esta parte de la fase de circulación. Las fases M – D y D – M se hallan separadas en el tiempo, pudiendo también ocurrir que lo estén en el espacio, que el mercado de compra y el de venta sean mercados geográficamente distintos. En las fábricas, por ejemplo, suele incluso ocurrir que los compradores y los vendedores sean distintas personas. En la producción de mercancías, la circulación es tan necesaria como la misma producción y los agentes de circulación tan necesarios, por consiguiente, como los de producción. El proceso de reproducción engloba ambas funciones del capital; implica también, por tanto, la necesidad de que estas funciones se hallen representadas ya sea por el mismo capitalista o por obreros asalariados, agentes suyos. Pero esto no es razón para confundir los agentes de la circulación con los de la producción, como no lo es tampoco para confundir las funciones del capital mercancías y del capital dinero con las funciones del capital productivo. Los agentes de la circulación tienen que ser pagados por los agentes de la producción. Pero los capitalistas, al comprar y vender entre sí, no crean con este acto productos ni valor; y la cosa no cambia porque el volumen de sus negocios les permita y exija confiar estas funciones a otros. En algunos negocios, los compradores y vendedores se hallan interesados con un tanto por ciento en los beneficios. La frase de que son los consumidores quienes les pagan, no resuelve nada. Los consumidores sólo les pueden pagar en la medida en que, como agentes de la producción, produzcan un equivalente en mercancías o se lo apropien tomándolo de los agentes de la producción, ya sea a base de un título jurídico (como sus asociados, etc.) o en concepto de retribución por sus servicios personales. Escortservice Barcelona

Morderse la lengua.

Como hemos visto, m–d–m, como circulación de la renta del capitalista, sólo entra en la circulación del capital mientras m es una parte del valor de M´, del capital en su forma funcional de capital en mercancías; tan pronto como adquiere existencia independiente por medio de la operación d–m, es decir, al realizarse toda la fórmula m–d–m, no se incorpora al movimiento del capital desembolsado con él en la medida en que la existencia del capital presupone la existencia del capitalista, y ésta está condicionada por su consumo de plusvalía. eclipsesexual Aquí partimos del supuesto de que el capital desembolsado pertenece a quien lo emplea. Pero los términos del problema no cambiarían aunque fuese tomado en préstamo. Al reducirse el tiempo de circulación, sólo necesitaría obtener prestadas 900 libras en vez de 800, 100 libras esterlinas restituidas al prestamista siguen siendo 100 libras esterlinas de nuevo capital–dinero, sólo que ahora se hallan en manos de Y, en vez de estar en manos de X. Sí el capitalista X obtiene sus materiales de producción, por valor de 480 libras esterlinas, a crédito, bastándole por tanto con desembolsar 120 libras esterlinas para pago de salarios, ahora podrá reducir en 80 libras su crédito para adquirir materiales de producción y aquéllas pasarán a formar, por tanto, un capital–mercancías remanente para el capitalista que le abre crédito a X, mientras que éste se encontrará con 20 libras esterlinas disponibles en dinero. escort catalana “Sin embargo, no tardó en comprenderse que era más ventajoso para todos el que las diferentes, partes de este capital se sustituyesen mutuamente y que, suponiendo que para la circulación total en fabricante y consumidor bastasen 100,000 táleros, esta suma se distribuyese por igual entre el fabricante, el comerciante al por mayor y el tendero. El primero realizaba con la tercera parte solamente de dicha suma la misma obra que habría realizado con la suma total, porque en el momento de terminar su fabricación encontraba al comerciante dispuesto a comprársela mucho antes de lo que habría encontrado al consumidor directo. Por su parte, el capital del comerciante al por mayor se vela sustituido mucho antes por el del tendero... La diferencia entre la suma de salarios desembolsada y el precio de compra para el último consumidor constituirla la ganancia de los capitales. Esta se dividirla entre el fabricante, el comerciante y el tendero, una vez que hubiesen repartido entre sí sus funciones, y el trabajo rendido sería el mismo, a pesar de exigir tres personas y tres partes de capital en vez de una” (Nouveaux principes, I parte, pp. 139 s.). “Todos [los comerciantes] participaban indirectamente en la producción, pues, teniendo ésta como tiene por objetivo el consumo, no se la puede considerar terminada antes de que el producto entre en la órbita del consumidor” (ob. cit., p. 137). compañia intima en madrid Supongamos, por el contrario. que es el comprador quien tiene el privilegio de comprar las mercancías por debajo de su valor. No hace falta siquiera recordar que el comprador será, a su vez, cuando le llegue el turno, vendedor. Mejor dicho. lo ha sido ya, antes de actuar como comprador. Por tanto, antes de ganar, como compra­dor, el 10 por ciento, habrá perdido la misma suma como ven­dedor.26 No habrá cambiado absolutamente nada. sexo profesional madrid Si contemplamos la cosa más de cerca, vemos que todo poseedor de mercancías considera las mercancías de los demás como equivalentes especiales de la suya propia viendo, por tanto, en ésta el equivalente general de todas las demás. Pero, como todos los poseedores de mercancías hacen lo mismo, no hay ninguna que sea equivalente general, ni pueden, por tanto, las mercancías poseer una forma relativa general de valor que las equipare como valores y permita compararlas entre sí como magnitudes de valor. Las mer­cancías no se enfrentan, por consiguiente, como tales mercancías, sino simplemente como productos o valores de uso. girlsmarbella.com Marx no ha tenido la suerte de poder corregir para la imprenta la tercera edición de su obra. Aquel formidable pensador ante cuya grandeza se inclinan ahora hasta sus propios enemigos, murió el 14 de marzo de 1883. contactos españa La segunda condición esencial que ha de darse para que el poseedor de dinero encuentre en el mercado la fuerza de trabajo como una mercancía, es que su poseedor, no pudiendo vender mercancías en que su trabajo se materialice, se vea obligado a vender como una mercancía su propia fuerza de trabajo, identificada con su corpo­reidad viva.

La condición más esencial de producción que tenía que darse para poder fabricar máquinas mediante máquinas era la existencia de una maquina motriz que pudiese desplegar toda la potencia exigible y que, al mismo tiempo, fuese perfectamente controlable. Esta máquina existía ya: era la máquina de vapor. Sin embargo, había que encontrar el medio de producir mecánicamente las formas geométricas necesarias para las diversas piezas de la máquina: líneas, planos, círculos, cilindros, conos y esferas. Este problema fue resuelto en la primera década del siglo XIX por Henry Maudsley, con su invención del slide–rest, (82) que no tardó en convertirse en mecanismo automático, con una modificación de forma que le permitía adaptarse a otras máquinas de construcción y no solamente al torno, para el que primitivamente se había destinado. Este aparato mecánico no viene a suplir un determinado instrumento, sino la misma mano del hombre, en las operaciones en que ésta da al material trabajado, el hierro por ejemplo, una determinada forma, manejando en distintos sentidos diversos instrumentos cortantes. De este modo, se consigue producir las formas geométricas de las distintas piezas de maquinaria, "con un grado de facilidad, precisión y rapidez que ninguna experiencia acumulada podía prestar a la mano del obrero más diestro".20 relax alicante 151 Así lo sostenía, entre otros, Mr. Newmarch, colaborador y editor de la History of Prices, de Tooke. ¿Desde cuándo es un progreso científico hacer cobardes concesiones a la opinión pública? saunas girona Hasta aquí, hemos observado el instinto de prolongación de la jornada, el hambre insaciable de trabajo excedente, en un terreno en que los abusos desmedidos, no sobrepujados, como dice un economista burgués de Inglaterra, por las crueldades de los españoles contra los indios en América,31 obligaron por fin a atar el capital a las cadenas de la ley. Volvamos ahora la vista a algunas ramas de la producción en que el estrujamiento de la fuerza de trabajo del obrero se halla aún, o se hallaba hasta hace poco, libre de toda traba. posicionamiento web El Worksnops Regulation Act, lamentable en todos sus detalles, se quedó en letra muerta en manos de las autoridades urbanas y locales encargadas de su ejecución. Y cuando, en 1871, el parlamento les retiró estas atribuciones para confiarlas a los inspectores fabriles, incorporando de golpe más de 10,000 talleres nuevos y unos 300 tejares a su radio de inspección, el personal de inspectores, que ya de suyo venía siendo muy escaso para el ejercicio de su función, solamente fue aumentado en ocho ayudantes.237 copisteria barcelona Del mismo modo que la levita y el lienzo son valores de uso cualitativamente distintos, los trabajos a que deben su existencia ­­–o sea, el trabajo del sastre y el del tejedor– son también trabajos cualitativamente distintos. Si no fuesen valores de uso cualitativa­mente distintos y, por tanto, productos de trabajos útiles cualitati­vamente distintos también, aquellos objetos bajo ningún concepto podrían enfrentarse el uno con el otro como mercancías. No es prác­tico cambiar una levita por otra, valores de uso por otros idénticos. discotecas en barcelona Con el desarrollo del régimen fabril y la transformación de la agricultura, que este régimen lleva aparejada, no sólo se extiende la escala de la producción en todas las demás ramas industriales, sino que cambia también su carácter. El principio de la industria mecanizada, consistente en analizar el proceso de producción en las fases que la integran, y en resolver los problemas así planteados por la aplicación de la mecánica, la química. etc., es decir, de las ciencias naturales, da el tono en todas las industrias. De este modo, la maquinaria va penetrando en una serie de procesos parciales dentro de las manufacturas. La cristalización fija y plasmada de sus miembros, procedente de la antigua división del trabajo, se desarticula y deja el puesto a una serie de cambios continuos. Aparte de esto, la composición del total de obreros o del personal obrero combinado se transforma radicalmente. Por oposición al período manufacturero, el plan de la división del trabajo se basa ahora en el empleo del trabajo de la mujer, del trabajo de los niños de todas las edades, de obreros no calificados, siempre y cuando ello sea factible, en una palabra, de trabajo barato, "cheap labour", como con frase característica lo llaman los ingleses. Y esto no sólo en toda la producción combinada y en gran escala, se emplee o no maquinaria, sino también en la llamada industria doméstica, lo mismo la que se ejerce en las casas de los propios obreros que la que se alberga en pequeños talleres. Esta llamada industria doméstica moderna no tiene de común más que el nombre con la antigua, que presuponía la existencia de un artesanado urbano independiente, de una economía rural independiente también y, sobre todo, de un hogar obrero. La industria doméstica se convierte ahora en una prolongación de la fábrica, de la manufactura o del bazar. Además de los obreros fabriles, de los obreros de las manufacturas y de los artesanos, concentrados en el espacio y puestos bajo su mando directo, el capital mueve ahora, por medio de hilos invisibles, otro ejército de obreros, disperso en las grandes ciudades y en el campo. Un ejemplo: la fábrica de camisas de los señores Tillie, de Londonderry (Irlanda), en cuya fábrica trabajan 1,000 obreros, da trabajo a otros 9,000 obreros domésticos diseminados por el campo.164 guia ocio tarragona Adición a la 2ª ed. En una conferencia pronunciada en Bradford, en la "New Mechanics' Institution" a fines de diciembre de 1871, dijo el inspector fabril A. Redgrave: "Lo que me viene sorprendiendo desde hace algún tiempo es ver cómo ha cambiado el aspecto de las fábricas de lana. Antes estaban llenas de mujeres y niños; ahora la maquinaria parece hacerlo todo. Interrogado por mí, un fabricante me suministró los siguientes datos: bajo el sistema antiguo, daba trabajo en mi fábrica a 63 personas; con la maquinaria moderna, he reducido el número de mis obreros a 33, y últimamente, gracias a los nuevos progresos mecánicos, he podido reducir el personal de 33 obreros a 13." BCN piso 61 "En Staffordshire, lo mismo que en el sur de Gales, trabajan en las minas de carbón y en las faenas del cok, no sólo de día, sino también de noche, muchachas jóvenes y mujeres adultas. En los informes presentados al parlamento se hacen frecuentes alusiones a esta práctica abusiva, que lleva consigo grandes y manifiestos males. Estas mujeres, confundidas en el trabajo con los hombres, de los que apenas se distinguen por las ropas, negras de suciedad y de humo, se hallan expuestas a la depravación de su carácter, al perder la estimación de sí mismas, como consecuencia casi inevitable de este modo de vida tan poco femenino." L. c. p. 194, XXVI. Ver Fourth Report (1865). 61, p. XIII. Y otro tanto acontece en la fábricas de cristal.

Publicité
Publicité
Publicité
Publicité